Porque nos cuesta tanto hacer las cosas que nos hacen bien

Porque nos cuesta tanto hacer las cosas que nos hacen bien

Imaginense, que mañana baja un genio del cielo y les cuenta los secretos para sentirse bien y llevar una vida feliz, les da las claves de la vida, devela todos los misterios y les muestra todas las cosas que deberían cambiar en sus vidas. Antes de partir el genio les dice que con el conocimiento que ahora han adquirido, si siguen las reglas y respetan las leyes podrán alcanzar la felicidad. Ustedes se empapan de toda esa sabiduría, se sienten afortunados por todo ese conocimiento compartido y continúan con su vida, sólo que ahora tienen otro conocimiento de la vida y saben exactamente cuales son los ajustes que deberían de hacer para alcanzar la felicidad.

En este nuevo escenario, las cosas en las que creían y lo que habían aprendido durante su vida se convierten en creencias obsoletas y la tarea sería comenzar a dejar de hacer cosas que hicieron durante años e incorporar las verdades que el genio compartió con ustedes. Imaginense en esa situación, ¿estarían dispuestos a hacer esos cambios, a cambiar el paradigma de sus vidas?

Aunque no tengamos genios dando vueltas, ya tenemos al alcance muchos “secretos para sentirnos bien y llevar una vida feliz”. Pero la costumbre, el miedo al cambio, la incertidumbre de lo nuevo, nos hace una y otra vez seguir los patrones impuestos o aprendidos. Para llevarlo a ejemplos más concretos: todos sabemos que nuestro cuerpo necesita de una dieta equilibrada y natural, porque hay más que pruebas suficientes que SOMOS LO QUE COMEMOS. Pero una y otra vez, consumimos productos artificiales, alimentos procesados. Porque es más fácil, más rápido, más rico.

Lo mismo pasa no sólo con nosotros, sino con el medio donde vivimos. Sabemos que la naturaleza, el medio ambiente está en crisis, cambios climáticos, tormentas, períodos de inundaciones. Todas estas cosas que están pasando con nuestro medio ambiente, son producto de decisiones que seguimos tomando, porque es lo que venimos haciendo hace años. El problema es que no queremos hacer los cambios necesarios, porque implican incomodidad y nadie está dispuesto hacerlo, aunque sabemos que si lo hacemos las consecuencias serán positivas. Y está teoría se aplica a todo, nuestras relaciones, nuestros trabajos, nuestra vida en general.

En el fondo, nos cuesta tanto hacer las cosas que nos hacen bien, porque es más fácil seguir con lo que ya conocemos, ya tenemos. El cambio implica incertidumbre y se necesitan grandes dosis de voluntad de cambio, compromiso y disciplina. Cualquier cambio significa salir de la zona de confort. Y como humanos en busca de satisfacciones inmediatas, hay muchos beneficios inmediatos que no estamos dispuestos a perder.

Pero cambiar, invertir en hacer cosas que nos hacen bien (cualquiera sean, decisiones chicas o pequeñas, cambios de vida trascendentales o pequeños cambios de hábitos), sólo dependen de nosotros. Dependen de nuestras elecciones. No somos “víctimas” de ninguna situación, podemos decidir tomar el control, empoderarnos de nuestra vida cuando queramos. Y así construir día a día, poco a poco la vida que soñamos, sumando una a una las cosas que nos hacen bien.

Les deseo un lindo fin de semana, besos, Caro.