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23 Aug 2016 Las zonas de confort como zonas de continua expansión
Esta muy de moda hoy día escuchar hablar sobre nuestra zona de confort y lo importante que es atrevernos a salir de ella. De hecho soy la primer persona en alentar a la gente a salir, en alentarme a mi misma a cruzar esos límites creados por la comodidad, pero es real que al principio ese proceso es incómodo, raro y uno se siente un poco perdido.
Nadie quiere pasarla mal, sentirse perdido, pero al abrir la puerta hacia lo nuevo es natural sentirnos así al principio. Salir de nuestras zonas de comodidad siempre es un gran ejercicio de crecimiento, no importa si cuando salimos tenemos grandes o pequeñas expectativas, no importa si se cumplen o no al pie de la letra, uno luego de exponerse a un nuevo desafío, ya no será la misma persona. Porque habremos agrandado nuestra antigua zona de confort con esa nueva experiencia o vivencia.
No se crean que se necesitan grandes desafíos para trabajar el salir de la zona de confort, de hecho inconscientemente nos vemos expuestos a situaciones de la vida diaria que hacen tengamos que tomar decisiones que ejercitan la salida. Porque es la manera que tenemos de evolucionar, de crecer como seres humanos.
Subirte a ese avión que tanto miedo te da, presentar tu trabajo en el idioma que no estás tan seguro, animarte a tomar ese trabajo que no te crees tan capaz, dejar ir una relación, empezar una nueva, mudarte, animarte a cambiar, dedicarte a lo que te gusta de verdad o empezar a cuidar tu dieta son algunos de los ejemplos y podría seguir hasta el infinito.
El acto de estar vivo es estar en movimiento, porque la vida aunque pensemos que es una repetición de acciones, la realidad es que no es así. No hay un segundo igual al siguiente o al que paso recién. Es un fluir constante, es cambio permanente y si nosotros acompañamos ese cambio y “nadamos” con ese fluir nos convertimos en seres flexibles. Nuestras zonas de confort dejan de ser algo estático sino que se convierten en continuas zonas en expansión y desde esta perspectiva cuando nos exponemos al cambio, no se nos hace raro y la incomodidad dura cada vez menos.
La gran tarea que tendremos que afrontar es perder el miedo que genera este movimiento continuo, porque desde muy chicos nos enseñan lo opuesto. Nos enseñan a estar en control, a buscar la seguridad en todo. Y trabajar el miedo que tenemos a la libertad. Podemos anhelar muy profundamente ser libres, salir de nuestras zonas de confort y querer cumplir nuestros sueños, pero la realidad es que sin darnos cuenta muchas veces nuestras rígidas estructuras mentales de “como debe ser la vida” pueden llegar a ser un obstáculo para ser libres, para salir de lo cómodo y conocido.
Les deseo una semana llena de lindos desafíos y de mucha expansión. Cariños desde el soleado DC,
Caro 🙂